La búsqueda de una identidad propia. Una práctica global al margen. Marion Mahony Griffin y Walter Burley Griffin. 1912-1937

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2020

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E.T.S. Arquitectura (UPM)

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El análisis de las obras de Rock Crest / Rock Glen en Iowa y Castlecrag en Sydney, realizadas por Marion Mahony Griffin y Walter Burley Griffin entre 1912 y 1937, permite establecer algunas de las características principales que definen un modelo social alternativo basado en la relación entre cultura, ocio y naturaleza, así como un lenguaje arquitectónico propio. El carácter universal que se desprende de su estudio, es fruto de las múltiples influencias derivadas de una práctica global desarrollada en cuatro continentes diferentes. La capacidad de condensación y reinterpretación de dichos referentes, desde la escala urbana hasta el detalle constructivo y el simbolismo de sus acabados, genera una arquitectura coherente en su totalidad en la que la suma de las partes produce un conjunto global cuyo verdadero significado trasciende a la singularidad de cada elemento. La evolución de su lenguaje, en el que razón y emoción se consideran como dos entidades inherentes a la arquitectura y por tanto, dependientes entre sí, permite reconocer en ellas la presencia de la escala humana así como una relación con el entorno natural, desde la materialidad de su construcción y lo experiencial en la forma en la que son habitadas. La referencia constante al individuo como pilar fundamental desde el que construir un nuevo modelo social, sobre el que definir los nuevos valores que caractericen a la sociedad norteamericana del siglo XX, encuentra su origen en el movimiento trascendentalista liderado por pensadores como Ralph Waldo Emerson, Walt Whitman y Henry David Thoreau. Además de reconocer al ser humano como la base desde la que reconstruir un país dividido tras la Guerra de Secesión Americana, todos ellos indican una vía en la que el redescubrimiento de la naturaleza debe permitir a cada cual reconocerse como parte de esta y por tanto, un elemento subordinado a la primera. Próximos al pensamiento de la Iglesia Unitaria, Mahony y Griffin concuerdan con sus ideas al comprender que la “Religión Natural” aboga por una comprensión de las leyes internas de la naturaleza, desde el uso de la ciencia y la razón como herramientas para descubrir la verdadera relación entre el hombre y el entorno natural. El carácter universal de este movimiento, favorece el intercambio de ideas entre diferentes religiones y culturas, mostrando a ambos los principios filosóficos de todas ellas como elementos comunes bajo la figura unificadora de la naturaleza. La libertad individual debe reflejarse también en el sistema económico que defina el nuevo sistema social anhelado entonces. Diferenciar entre individualismo e individuo implica reconocer el derecho de propiedad personal como parte asociada a un conjunto mayor identificado con el término comunidad. Los desequilibrios producidos por el rápido enriquecimiento de algunos sectores de la sociedad, derivados del rápido desarrollo industrial y de una distribución de la propiedad de terrenos desproporcionada, precisan de un modelo económico alternativo que frene dicha tendencia. La aplicación del impuesto único sobre los terrenos en propiedad propuesta por Henry George trata de frenar la especulación sobre los mismos, al tiempo que favorece el acceso a clases sociales desfavorecidas permitiendo su explotación personal. La revisión del modelo educativo y cultural, basado en el “Settlement Movement” y materializado en Chicago a través de instituciones como la Hull House, les sirve a Mahony y Griffin para identificar sistemas comunitarios cuya estructura horizontal permite una gestión global de la institución, así como un desarrollo individual de los intereses particulares, en este caso de los docentes, que pueden ser aplicados a los residentes en las comunidades residenciales propuestas por ambos. La Exposición Universal de Chicago de 1893 plantea una revisión del modelo urbano en el que las avenidas trazadas quedan encuadradas por unas fachadas de edificios singulares, que tratan de ensalzar una belleza inherente a la condición de nueva ciudad trazada por el arquitecto. La monumentalidad de la actuación se completa con la utilización de elementos que significan las avenidas, en los que la utilización del agua resulta determinante para modificar la percepción general del conjunto. La Ciudad Blanca enunciada por el movimiento “City Beautiful” establece algunas de las premisas que definen un urbanismo alternativo, y que Mahony y Griffin retoman en su propuesta para la Capital Federal en Canberra, pero alejándose de la visión monumental que Root y Burnham proponen en Chicago. Su visión de la arquitectura del paisaje como una disciplina propia y necesaria desde los inicios del proyecto, encuentra en la Ciudad Jardín de Ebenezer howard un referente desde el que acercar el mundo urbano e industrial y el residencial hacia la naturaleza a través de la definición de sistemas viarios y de circulación específicos, tanto para el tráfico rodado como para los peatones. Las comunidades domésticas que ambos plantean en los Estados Unidos combinan las ideas derivadas de la visión de Howard, y la experiencia previa de la propuesta para Canberra. El proyecto de Rock Crest / Rock Glen establece una clara diferenciación entre el tráfico rodado y los recorridos peatonales internos, sirviéndose además del río que atraviesa la parcela en diagonal, para establecer unos ámbitos de convivencia al aire libre entre para los residentes, que a su vez están en contacto directo con la naturaleza a preservar. La democratización de la naturaleza según Jens Jensen les sirve como argumento que valida y ratifica su pensamiento, iniciado en los Estados Unidos, y materializado en Castlecrag posteriormente. La capacidad de adaptación de los trazados propuestos al enclave natural escarpado de la comunidad a las afueras de Sydney, les permite definir un conjunto de itinerarios paralelos a la topografía, que unen diferentes áreas verdes al aire libre. Estas islas de ocio y encuentro entre vecinos se convierten en los recorridos principales del conjunto, desplazando al vehículo a un segundo lugar en la jerarquía general de la actuación. El peatón y la escala humana definen las actuaciones de Castlecrag y establecen una estrategia organizativa en la que todo queda supeditado a la relación entre hombre y naturaleza. El interés por la arquitectura del paisaje encuentra en la cultura nipona un referente desde el que comprender la dimensión efímera del ser humano en relación con el entorno natural en el que habita. El Japonismo se convierte en un movimiento a través del que interpretar la filosofía oriental aplicada, en el caso de Mahony y Griffin, a la sociedad norteamericana. Las relaciones geométricas de sus composiciones, será la base desde la que, en primera instancia junto a Frank Lloyd Wright, y posteriormente en solitario, desarrollen no sólo un sistema gráfico singular, sino una metodología proyectual alternativa. Basada en la utilización de un lenguaje formal fácilmente reconocible, las estampas japonesas imprimen en sus proyectos una condición universal en la que la abstracción significa el entorno natural al tiempo que trata de convertir arquitectura y naturaleza en una unidad indisoluble. Se presenta como un elemento subordinado a esta, en la que el ser humano debe ser consciente de su presencia limitada en el tiempo y del cuidado y las consecuencias de sus actos en el entorno en el futuro. Las comunidades residenciales de Rock Crest / Rock Glen y Castlecrag, muestran la relación entre arquitectura y naturaleza de forma que la primera ha de entenderse como un sistema generado de forma artificial siguiendo las leyes naturales del lugar en el que se implanta. Las perspectivas que representan escenas de ambas comunidades, en la que las viviendas se funden con el paisaje, se sirven de la vegetación para definir una serie de planos que hacen que el espectador se vea inmerso en una visión, en principio ficticia, pero capaz de ser materializada. El carácter evocador de las imágenes sirve a su vez para ensalzar ante el futuro residente, el valor de la naturaleza que le rodea así como incide en su papel secundario frente esta. Como rocas ancladas en el terreno, elementos que emergen de los estratos que definen los terrenos escarpados en los que se erigen, la casa J.G. Melson en Iowa, y gran parte de las viviendas planteadas a las afueras de Sydney, plantean un modelo de arquitectura compacta, cuya huella trata de reducirse al mínimo posible. Como las rocas que caracterizan el entorno, los volúmenes pétreos se disponen en el terreno, entre la vegetación y los elementos naturales singulares, recordando al individuo la atemporalidad del ecosistema en el que va a habitar. El cuestionamiento de la relación entre el sistema productivo industrial y el modelo residencial en los suburbios, en el que la presencia de la naturaleza se había convertido en una cuestión secundaria, invita a Mahony y Griffin a concebir la ciudad como un organismo vivo, en el que todas las áreas deben ser interdependientes para que su funcionamiento sea correcto. Los desequilibrios se corresponden con la falta de la componente humana demandada por Patrick Geddes, al describir un sistema de organización social capaz de responder a las necesidades específicas del lugar en el que se implanta, pero sin imponer mecanismo de ocupación que anulen al lugar en el que se aplican. La cooperación planteada responde a las singularidades de cada individuo, como aquel capaz de transmitir sus conocimientos a quienes configuran el entorno social en el que vive. Propone una solución adicional a la dualidad entre lo público y lo privado, al definir lo colectivo como un sistema de intercambio dinámico en el que las partes y el todo resultan beneficiados. Los sistemas de gestión de los espacios colectivos se convierten en la característica principal de las comunidades domésticas realizadas por Mahony y Griffin en los Estados Unidos y Australia. Las comunidades utópicas Expresionistas definidas por Bruno Taut proponen una revisión del modelo de oficios medievales en los que la especialización y conocimientos de cada experto beneficiaban a la ciudadanía al ser parte del proyecto unificador representado generalmente por la construcción de un templo religioso. Con objeto de evitar el aislamiento social que los suburbios residenciales generaban al ser desplazados al extrarradio debido a la cada vez mayor presencia de la industria y las oficinas en los centros urbanos, ambos tratan de establecer un sistema de gestión social de las actividades de ocio y cultura en los que se fomente el intercambio entre los miembros de las comunidades. Lo que en Mason City se identifica con los espacios verdes junto al río cuya propiedad es comunitaria como resultado de la cesión de los mismos al interés de general del proyecto y sus usuarios, en Castlecrag se convierte en una red de espacios al aire libre, en los que actividades deportivas y culturales hacen partícipes a todos sus habitantes fomentando la sensación de organismo vivo y activo deseada por Mahony y Griffin. El vínculo entre arquitectura y naturaleza según las ideas de ambos, se produce no sólo desde la escala urbana y la gestión de los espacios comunitarios por parte de los propietarios, sino desde la construcción de cada una de las viviendas propuestas. La acción del ser humano sobre su entorno no implica una imitación del mismo, sino utilización del mayor número de recursos naturales posibles de manera que se produzca un objeto cuyo origen es resultado de la reinterpretación de las leyes que configuran el lugar en el que se implanta, potenciando así sus características principales. Las referencias al paisaje estadounidense, cuya extensión muestra una naturaleza indómita en la que encontrar el verdadero espíritu de un nuevo lenguaje arquitectónico local, es utilizado por Henry Hobson Richardson para generar una arquitectura telúrica ligada al terreno en el que se construye. Un objeto enraizado al lugar al emplear los materiales disponibles en el entorno cercano, y cuyo acabado muestra la rotundidad de la naturaleza de dos continentes en desarrollo. La desproporción de los elementos constructivos dejan intuir la voluntad de los arquitectos por mostrar no sólo el carácter masivo de sus obras, sino un reflejo de la fuerza inherente a los paisajes en los que son construidas las viviendas de Iowa y Sydney. La capacidad de integración y adaptación de la arquitectura de Mahony y Griffin a su entorno, se sirve a su vez de los últimos desarrollos tecnológicos aplicados a la construcción, de forma que las obras producidas responden a la realidad de los avances industriales de entonces. En lugar de negar la necesidad de la evolución industrial, la convierten en un aliado desde el que enfatizar las condiciones específicas de la naturaleza en la que se construye, produciendo una arquitectura de su tiempo. El empleo de ladrillos para garantizar la resistencia al fuego, y piezas de hormigón prefabricadas según el sistema Knitlock ideado por Griffin con áridos locales, se combina con una voluntad por reducir el coste de las viviendas. El empleo de sistemas constructivos estandarizados trata de reducir los costes generales permitiendo el acceso a quienes lo necesiten en función de su situación económica, generando una interacción entre distintos estratos sociales sin ser discriminados por el nivel de ingresos de cada cual. Siendo el individuo una parte activa dentro de las obras que ambos proponen, la percepción de los espacios y la experiencia de habitar en ellos debe ser capaz de aparecer reflejado, tanto en la escala urbana, como en la del objeto construido, y especialmente en los detalles y encuentros específicos de cada edificio. Los avances científicos de entonces, centrados en la definición de fenómenos físicos no visibles pero cuya existencia era certificada debido a la experimentación de los efectos de dichos fenómenos, sirven como argumento para considerar la arquitectura como una disciplina en la que más allá de lo visible, era necesario que sus usuarios pudieran acceder a la dimensión no visible de la misma. Próximos a las ideas teosóficas y antroposóficas en las que la realidad no visible era considerada como algo indisoluble de aquella que podía ser constatada por lo razón, la incorporación de valores próximos al espíritu del inviduo añade un nivel de complejidad adicional a sus proyectos. Si las geometrías propuestas por Rudolf Steiner en Dornach tratan de manifestar las fuerzas estructurales del edificio construido, las viviendas de Castlecrag se convierten en un catálogo expresivo de los esfuerzos inherentes a la masividad de la roca empleada en su construcción. La teoría del color de Goethe servirá para establecer un código perceptivo en el empleo del color, adoptado por Steiner y replicado por múltiples artistas de las vanguardias europeas. La utilización del color en las obras de Mahony y Griffin debe entenderse como una estrategia proyectual añadida que tiene por objeto enfatizar cuestiones relativas a la materialización de la dimensión no visible de su arquitectura, expresando el carácter de cada espacio y edificio de forma singular. El sentimiento utilitario que a partir de la segunda década del siglo XX caracteriza la arquitectura en el continente europeo, es considerado por ambos como insuficiente para mostrar la verdadera dimensión de una obra global que pueda ser definida como una verdadera obra de arte. Al carácter funcional de sus obras, como respuesta a un programa de necesidades específico se le añade un carácter simbólico que se manifiesta, o bien mediante el empleo de geometrías abstractas derivadas de elementos históricos universales o locales, o mediante el empleo del color. La polaridad manifiesta de la obra de Mahony y Griffin, en la que siempre se contraponen conceptos como lo ligero y lo pesado, lo efímero y lo permanente, lo visible y lo invisible, replica la relación enunciada por Steiner entre el microcosmos, el ser humano, y el macrocosmos, la naturaleza, como entidades interdependientes. El simbolismo de las construcciones de ambos se sirven del ornamento para enfatizar la necesidad de mostrar la capacidad evocadora de la arquitectura, más allá de su vertiente funcionalista. El desarrollo de motivos geométricos a partir de leyes matemáticas les permite definir un sistema universal perteneciente a la categoría de arte, desde el uso de la razón. Derivado de la arquitectura islámica y de las ideas de Claude Bragdon, las primeras obras en los Estados Unidos se caracterizan por la aplicación de unos patrones abstractos sobre la volumetría general del edificio. Se trata de elementos que pueden ser entendidos como bidimensionales en comparación con el objeto final edificado. La llegada al continente australiano supone un desarrollo personal en relación a la utilización de elementos arquitectónicos conocidos, como el pilar y el arco, en los que aplican variaciones derivadas de una actitud no historicista hacia ellos, y más enfocada hacia la trasmisión de la verdadera naturaleza de cada uno de ellos. Las viviendas de Castlecrag avanzan en una dirección en la que los elementos ornamentales adquieren una relevancia que los convierte en arquitectura en sí mismos. Rocas en el paisaje, cuyas aperturas se definen mediante dinteles sobredimensionados, cuya construcción se transforma en el verdadero motivo ornamental y simbólico del conjunto. Las obras desarrolladas en la India convierten al ornamento y yal edificio construido en un único elemento tridimensional, en el que el individuo deja de ser un mero espectador para transformarse en parte activa de un sistema simbólico global. Las relaciones entre los diferentes pabellones para el proyecto de la Exposición de Industria y Agricultura de las Provincias Unidas de Agra y Oudh configuran una sucesión de espacios urbanos en los que el visitante se ve inmerso, rodeado de pabellones cuya geometría dificulta la comprensión de su escala real, provocando un extrañamiento que obliga al espectador a cuestionarse su relación con el conjunto. El anamorfismo de dichos pabellones parecen generar una relación dual entre quien observa y quien es observado, intensificando la inmersión del ser humano en la arquitectura. El fallecimiento prematuro de Griffin en 1937 coincide con el momento de mayor libertad creativa de la pareja de arquitectos que algo más de dos décadas antes comienzan su aventura internacional en la Capital Federal de Australia. Del estudio de su obra se puede deducir que en el país asiático su lenguaje arquitectónico estaba evolucionando hacia una libertad formal capaz de mantener sus aspiraciones sociales, pero especialmente enfocada a desarrollar en su plenitud al ser humano, desde la razón alaemoción. La coherencia del pensamiento de Mahony y Griffin, desde la escala urbana hasta la concepción de los detalles constructivos, al incidir en las relaciones entre naturaleza e individuo, entre un nuevo modelo social basado en la organización de sistemas residenciales comunitarios, y entre el desarrollo personal de mente y alma a través de la arquitectura, está presente no sólo en sus obras, sino en la forma en la que ambos entienden la organización interna de su estudio y su método de trabajo. De los espacios colaborativos de Steinway Hall al grupo de trabajo desarrollado junto a Wright en Oak Park, las relaciones entre diferentes especialistas de disciplinas artísticas y sociales, condiciona el modelo organizativo horizontal empleado en su práctica profesional. Por encima de las figuras del maestro y el aprendiz, características de Richardson y Wright, su asociación como pareja sentimental y profesional implica una dedicación completa a la arquitectura incapaz de ser separada de la faceta personal más allá de su profesión. La condición itinerante y las diferentes localizaciones de sus obras a lo largo del mundo, generan unas dinámicas de trabajo alejadas del modelo vertical de Oak Park, acercándose de nuevo a los orígenes en Chicago. Si bien las tareas básicas de los proyectos de menor escala podían desarrollarlo entre ambos debido a lo complementario de sus capacidades y sus formaciones, para las obras de mayor escala eran precisos socios locales con los que trabajar. El mismo sistema cooperativo aplicado en sus comunidades domésticas de Estados Unidos y Australia servía para establecer las condiciones mínimas para definir el proyecto y su gestión, concediendo libertad suficiente a las partes para realizar la tarea encomendada al tiempo que desarrollarse de manera individual. Los límites entre espacio doméstico y lugar de trabajo tienden a desdibujarse, no sólo por su condición personal, sino porque el propio entorno en el que realizan los proyectos en Castlecrag convierte los espacios exteriores en lugares en los que ambos pueden trabajar al tiempo que potencian el carácter social de dicha comunidad residencial. Por encima de cuestiones relacionadas con la autoría de cada proyecto o de partes singulares de los mismos, su obra debe entenderse como un continuo en el que la dualidad produce una realidad superior a la suma de las partes. El entorno natural de Castlecrag se convierte así en un espacio global, un estudio en el que habitar, en relación con la naturaleza y en contacto con la realidad interior de cada individuo. Tras la percepción de la arquitectura como un organismo vivo, en el que se muestra no solo lo visible sino aquello que afecta al desarrollo personal de sus usuarios y por tanto de la sociedad, la obra de Mahony y Griffin puede considerarse como una materialización de las ideas enunciadas por quien fue su maestro, Louis Sullivan, no sólo en los edificios, sino a escala urbana y como modelo de un sistema social comunitario alternativo. Si la función del arquitecto era crear una nueva sociedad a través de la arquitectura, la forma que ambos proponen para alcanzar este objetivo no debe entenderse como una realidad simplemente material, sino como una estructura organizativa capaz de ser definida en todas las escalas del proyecto. El carácter evocador y profético de las palabras de su mentor, muestra la obra de dos arquitectos comprometidos con el deseo de aquellos pensadores próximos al movimiento trascendentalista americano, al que consiguen añadir una dimensión espiritual adicional en el que la imaginación y la intuición enunciada en las vanguardias europeas, y la tradición de cultural asiáticas, se ven reflejados en un lenguaje personal, alternativo a las tendencias racionalistas imperantes en el continente europeo. Encargados de dar forma a la arquitectura democrática enunciada por Sullivan, los múltiples referentes que pueden identificarse en sus obras muestran la libertad individual desde la que afrontan la tarea enunciada por este. Las comunidades domésticas de Rock Crest / Rock Glen y Castlecrag suponen la forma construida de la función planteada por Sullivan como necesaria para una nueva arquitectura americana que, gracias a la transversalidad de Mahony y Griffin, puede considerarse como universal. El desarrollo individual dentro de un sistema social colaborativo implica un modelo arquitectónico flexible, donde la adaptación a las condiciones ambientales y culturales específicas significan cada una de las soluciones particulares. A su vez comparte unos ideales mayores basados en el uso de la razón y la emoción en la creación de una arquitectura en la que ambos aspectos no deben aislarse para poder ser considerada como un organismo vivo del que el hombre es partícipe, en comunión con el entorno natural en el que es implementada. ----------ABSTRACT---------- The analysis of the works of Rock Crest / Rock Glen in Iowa and Castlecrag in Sydney, carried out by Marion Mahony Griffin and Walter Burley Griffin between 1912 and 1937, allows some of the main characteristics of an alternative social model based on the relationship between Culture, leisure and nature, as well as its own architectural language. The universal character that emerges from its study is the result of the multiple influences derived from a global practice developed in four different continents. The capacity of condensation and the reinterpretation of these references, from the urban scale to the constructive detail and the symbolism of its finishes, generates a coherent architecture in its totality in the sum of the parts generates a global assembly whose true meaning is translated into the Singularity of each element. The evolution of its language, reason and emotion become like the entities inherent in architecture and, therefore, those dependent on each other, allow us to recognize in them the presence of the human scale as well as a relationship with the natural environment, from Materialization of construction and experience in the way they are inhabited. The constant reference to the individual as a fundamental pillar from which to build a new social model, on which to define the new values that characterize the American society of the 20th century, finds its origin in the transcendentalist movement led by thinkers such as Ralph Waldo Emerson, Walt Whitman and Henry David Thoreau. In addition to recognizing the human being as the base from the point of view of the writing of the American Civil War, they all indicate the network and the rediscovery of nature. an element subordinate to the first. Next to the thinking of the Unitarian Church, Mahony and Griffin agree with their ideas to understand the "Natural Religion" advocates for an understanding of the inner laws of nature, from the use of science and reason as tools to discover the true Relationship between man and the natural environment. The universal character of this movement, the favors the exchange of ideas between different religions and cultures, and the philosophical principles of all parties as common elements in the unifying figure of nature. Individual freedom must also be reflected in the economic system that defines the new social system desired then. Differentiating between individualism and individual implies recognizing the right of personal property as a part associated with a larger group with the term community. The imbalances are translated into the rapid enrichment of some sectors of society, the derivatives of rapid industrial development and the distribution of ownership of disproportionate land, the detail of an alternative economic model that curbs this trend. The application of the single tax on land in the property proposed by Henry George tries to curb speculation about them, the time that favors access to disadvantaged social classes use their personal exploitation. The revision of the educational and cultural model, based on the "Settlement Movement" and materialized in Chicago through institutions such as Hull House, serves Mahony and Griffin to identify community systems whose horizontal structure allows a global management of the institution, as well as an individual development of the particular interests, in this case of the teachers, that can be applied to the residents in the residential communities proposed by both. The Universal Exposition of Chicago of 1893 proposes a revision of the urban model in which the avenues laid out are framed by facades of unique buildings, which try to extol a beauty inherent to the condition of a new city traced by the architect. The monumentality of the action is completed with the use of elements that signify the avenues, in which the use of water is decisive to modify the general perception of the whole. The White City enunciated by the movement "City Beautiful" establishes some of the premises that define an alternative urbanism, and that Mahony and Griffin resume in their proposal for the Federal Capital in Canberra, but moving away from the monumental vision that Root and Burnham propose in Chicago His vision of landscape architecture as a discipline of his own since the beginning of the project, finds in the Garden City of Ebenezer howard a reference from which to bring the urban and industrial world and the residential towards nature through the definition of specific road and traffic systems, both for road traffic and for pedestrians. The domestic communities that both raise in the United States combine the ideas derived from Howard's vision, and the previous experience of the proposal for Canberra. The Rock Crest / Rock Glen project establishes a clear differentiation between road traffic and internal pedestrian routes, as well as the river that runs through the plot diagonally, to establish some areas of outdoor coexistence among residents, which at its They are in direct contact with the nature to be preserved. The democratization of nature according to Jens Jensen serves as an argument that validates and ratifies his thinking, initiated in the United States, and materialized in Castlecrag later. The capacity of adaptation of the proposed layouts to the steep natural enclave of the community to the outskirts of Sydney, allows them to define a set of itineraries parallel to the topography, that unite different green areas in the open air. These islands of leisure and encounter between neighbors become the main routes of the whole, displacing the vehicle to a second place in the general hierarchy of the performance. The pedestrian and the human scale define the actions of Castlecrag and establish an organizational strategy in which everything is subordinated to the relationship between man and nature. The interest in landscape architecture finds in the Japanese culture a reference from which to understand the ephemeral dimension of the human being in relation to the natural environment in which he lives. Japonism becomes a movement through which to interpret applied oriental philosophy, in the case of Mahony and Griffin, to American society. The geometric relationships of his compositions, will be the basis from which, first together with Frank Lloyd Wright, and later alone, develop not only a singular graphic system, but an alternative project methodology. Based on the use of an easily recognizable formal language, Japanese prints print on their projects a universal condition in which abstraction means the natural environment while trying to convert architecture and nature into an indissoluble unit. It is presented as a subordinate element to it, in which the human being must be aware of his limited presence in time and the care and consequences of his actions in the environment in the future The residential communities of Rock Crest / Rock Glen and Castlecrag, show the relationship between architecture and nature so that the first has to be understood as an artificially generated system following the natural laws of the place where it is implanted. The perspectives that represent scenes of both communities, in which the houses merge with the landscape, use the vegetation to define a series of plans that make the viewer immersed in a vision, initially fictitious, but capable of be materialized. The evocative character of the images serves in turn to exalt the future of the resident, the value of the nature that surrounds it as well as its secondary role in relation to it. Like rocks anchored in the terrain, elements that emerge from the strata that define the steep terrain in which they are erected, the house J.G. Melson in Iowa, and much of the housing on the outskirts of Sydney, pose a model of compact architecture, whose footprint is reduced to the minimum possible. Like the rocks that characterize the environment, the stone volumes are arranged in the terrain, between the vegetation and the unique natural elements, reminding the individual of the timelessness of the ecosystem in which he will inhabit. The questioning of the relationship between the industrial production system and the residential model in the suburbs, in which the presence of nature had become a secondary issue, invites Mahony and Griffin to conceive the city as a living organism, in which that all areas must be interdependent so that their operation is correct. The imbalances correspond to the lack of the human component demanded by Patrick Geddes, when describing a system of social organization capable of responding to the specific needs of the place in which it is implemented, but without imposing an occupation mechanism that annuls the place in the that apply. The proposed cooperation responds to the singularities of each individual, as one capable of transmitting their knowledge to those who shape the social environment in which they live. It proposes an additional solution to the duality between the public and the private, by defining the collective as a system of dynamic exchange in which the parts and the whole are benefited. The collective spaces management systems become the main characteristic of the domestic communities carried out by Mahony and Griffin in the United States and Australia. The Utopian Expressionist communities defined by Bruno Taut propose a revision of the model of medieval crafts in which the expertise and knowledge of each expert benefited the citizenry by being part of the unifying project generally represented by the construction of a religious temple. In order to avoid the social isolation that residential suburbs generated when being displaced to the outskirts due to the increasing presence of industry and offices in urban centers, both seek to establish a system of social management of leisure activities and culture in which the exchange between the members of the communities is encouraged. What in Mason City is identified with the green spaces next to the river whose property is community as a result of the cession of the same to the interest of general of the project and its users, in Castlecrag becomes a network of outdoor spaces, in those that sports and cultural activities involve all its inhabitants, fostering the sensation of living and active organism desired by Mahony and Griffin. The link between architecture and nature according to the ideas of both, occurs not only from the urban scale and the management of community spaces by the owners, but from the construction of each of the proposed homes. The action of the human being on his environment does not imply an imitation of it, but the use of as many natural resources as possible to produce an object whose origin is the result of the reinterpretation of the laws that make up the place where it is implanted, thus enhancing its main characteristics. The references to the American landscape, whose extension shows an indomitable nature in which to find the true spirit of a new local architectural language, is used by Henry Hobson Richardson to generate a telluric architecture linked to the land on which it is built. An object rooted in the place to use the materials available in the near environment, and whose finish shows the roundness of the nature of two continents in development. The disproportion of the constructive elements let intuit the will of the architects to show not only the massive character of their works, but a reflection of the inherent strength of the landscapes in which the houses of Iowa and Sydney are built. The ability to integrate and adapt the architecture of Mahony and Griffin to their environment, in turn, uses the latest technological developments applied to construction, so that the works produced respond to the reality of the industrial advances of the time. Instead of denying the need for industrial evolution, they make it an ally from which to emphasize the specific conditions of the nature in which it is built, producing an architecture of its time. The use of bricks to guarantee fire resistance, and prefabricated concrete pieces according to the Knitlock system devised by Griffin with local aggregates, is combined with a desire to reduce the cost of housing. The use of standardized constructive systems tries to reduce the general costs allowing access to those who need it based on their economic situation, generating an interaction between different social strata without being discriminated by the level of income of each one. Being the individual an active part within the works that both propose, the perception of the spaces and the experience of living in them must be able to appear reflected, both in the urban scale, as in the constructed object, and especially in the details and specific meetings of each building. The scientific advances of that time, focused on the definition of physical phenomena not visible but whose existence was certified due to the experimentation of the effects of these phenomena, serve as an argument to consider architecture as a discipline in which beyond the visible, it was necessary that its users could access the non-visible dimension of it. Close to theosophical and anthroposophical ideas in which non-visible reality was considered as something indissoluble from that which could be verified by reason, the incorporation of values close to the spirit of the individual adds a level of additional complexity to their projects. If the geometries proposed by Rudolf Steiner in Dornach try to show the structural forces of the constructed building, the houses of Castlecrag become an expressive catalog of the efforts inherent to the massiveness of the rock used in its construction. The color theory of Goethe will serve to establish a perceptive code in the use of color, adopted by Steiner and replicated by multiple artists of the European avant-garde. The use of color in the works of Mahony and Griffin should be understood as an added project strategy that aims to emphasize issues related to the materialization of the non-visible dimension of its architecture, expressing the character of each space and building in a unique way. The utilitarian feeling that characterizes architecture in the European continent since the second decade of the 20th century is considered by both as insufficient to show the true dimension of a global work that can be defined as a true work of art. The functional character of his works, as a response to a specific needs program, adds a symbolic character that manifests itself, either through the use of abstract geometries derived from universal or local historical elements, or through the use of color. The apparent polarity of the work of Mahony and Griffin, in which concepts such as the light and the heavy, the ephemeral and the permanent, the visible and the invisible, are always contrasted, replicates the relationship enunciated by Steiner between the microcosm, the human being , and the macrocosm, nature, as interdependent entities. The symbolism of the constructions of both use the ornament to emphasize the need to show the evocative capacity of architecture, beyond its functionalist side. The development of geometric motifs from mathematical laws allows them to define a universal system belonging to the category of art, from the use of reason. Derived from the Islamic architecture and the ideas of Claude Bragdon, the first works in the United States are characterized by the application of abstract patterns on the general volumetry of the building. These are elements that can be understood as two-dimensional compared to the final constructed object. The arrival to the Australian continent supposes a personal development in relation to the use of known architect ur al elements, such as the pillar and the arch, in which they apply variations derived from a nonhistoricist attitude towards them, and more focused towards the transmission of the true nature from each of them. The houses of Castlecrag move in a direction in which the ornamental elements acquire a relevance that turns them into architecture in themselves. Rocks in the landscape, whose openings are defined by oversized lintels, whose construction is transformed into the true ornamental and symbolic motif of the whole. The works developed in India convert the ornament and the building into a single three-dimensional element, in which the individual stops being a mere spectator to become an active part of a global symbolic system. The relations between the different pavilions for the project of the Industry and Agriculture Exhibition of the United Provinces of Agra and Oudh configure a succession of urban spaces in which the visitor is immersed, surrounded by pavilions whose geometry makes it difficult to understand their scale real, causing a estrangement that forces the viewer to question their relationship with the whole. The anamorphism of these pavilions seem to generate a dual relationship between the observer and the observer, intensifying the immersion of the human being in architecture. The premature death of Griffin in 1937 coincides with the moment of greater creative freedom of the couple of architects who just over two decades earlier begin their international adventure in the Federal Capital of Australia. From the study of his work it can be deduced that in the Asian country his architectural language was evolving toward a formal freedom capable of maintaining his social aspirations, but especially focused on developing the human being in its fullness, from reason to emotion The coherence of the thought of Mahony and Griffin, from the urban scale to the conception of constructive details, by influencing the relations between nature and individual, between a new social model based on the organization of community residential systems, and between personal development of mind and soul through architecture, is present not only in his works, but in the way in which both understand the internal organization of his study and his method of work. From the collaborative spaces of Steinway Hall to the working group developed together with Wright in Oak Park, the relationships between different specialists of artistic and social disciplines, conditions the horizontal organizational model used in their professional practice. Above the figures of the teacher and the apprentice, characteristics of Richardson and Wright, their association as a sentimental and professional partner implies a complete dedication to architecture that can not be separated from the personal aspect beyond their profession. The itinerant condition and the different locations of his works throughout the world, generate work dynamics away from the vertical model of Oak Park, approaching back to the origins in Chicago. Although the basic tasks of the smaller scale projects could be developed between the two due to the complementarity of their capacities and their formations, local partners with which to work were needed for the larger scale works. The same cooperative system applied in their domestic communities of the United States and Australia served to establish the minimum conditions to define the project and its management, granting sufficient freedom to the parties to perform the task entrusted while developing individually. The boundaries between domestic space and workplace tend to blur, not only because of their personal condition, but also because the environment in which they carry out projects in Castlecrag converts outdoor spaces into places where both can work while enhancing the social character of said residential community. Above questions related to the authorship of each project or singular parts of them, his work should be understood as a continuum in which duality produces a reality superior to the sum of the parts. The natural environment of Castlecrag thus becomes a global space, a study in which to inhabit, in relation to nature and in contact with the inner reality of each individual. After the perception of architecture as a living organism, which shows not only what is visible but what affects the personal development of its users and therefore of society, the work of Mahony and Griffin can be considered as a materialization of the ideas enunciated by who was his teacher, Louis Sullivan, not only in buildings, but on an urban scale and as a model of an alternative community social system. If the role of the architect was to create a new society through architecture, the way that both propose to achieve this goal should not be understood as a merely material reality, but as an organizational structure capable of being defined at all scales of the project. The evocative and prophetic character of the words of his mentor, shows the work of two architects committed to the desire of those thinkers close to the American transcendental movement, to which they add an additional spiritual dimension in which the imagination and intuition enunciated in the European avant-gardes, and the Asian cultural tradition, are reflected in a personal language, alternative to the prevailing rationalist tendencies in the European continent. In charge of shaping the democratic architecture enunciated by Sullivan, the multiple referents that can be identified in his works show the individual freedom from which they face the task enunciated by him. The domestic communities of Rock Crest / Rock Glen and Castlecrag assume the constructed form of the function proposed by Sullivan as necessary for a new American architecture that, thanks to the transversality of Mahony and Griffin, can be considered as universal . Individual development within a collaborative social system implies a flexible architectural model, where adaptation to specific environmental and cultural conditions means each of the particular solutions. In turn, it shares some major ideals based on the use of reason and emotion in the creation of an architecture in which both aspects should not be isolated in order to be considered as a living organism of which man is a participant, in communion with the natural environment in which it is implemented.

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Arquitectura

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