El dibujo constructivo : su evoluciĆ³n con la apariciĆ³n del hierro como material estructural : 1750-1850
No Thumbnail Available
Date
1992
Date
Authors
item.contributor.advisor
item.contributor.affiliation
Journal Title
Journal ISSN
Volume Title
Publisher
E.T.S. Arquitectura (UPM)
Abstract
Description
La necesidad de encontrar una estructura pedagĆ³gica sobre la que asentar mi trabajo en el Departamento de ExpresiĆ³n GrĆ”fica Aplicada a la EdificaciĆ³n de la E.U.A.T. de Madrid, me condujo en el curso 1.987-1.988 a plantear el estudio del campo de definiciĆ³n del "Dibujo Constructivo". Conocedor de algĆŗn trabajo de investigaciĆ³n en torno a la sistemĆ”tica del dibujo de arquitectura, cĆ³mo el de Jorge SĆ”inz; y gratamente sorprendido por la lectura del libro de Ignacio Paricio "La ConstrucciĆ³n de la Arquitectura", surge la idea de establecer un estudio relacional entre la construcciĆ³n y el dibujo de construcciĆ³n, similar a los ya realizados entre la arquitectura y el dibujo de arquitectura. El primer paso de este trabajo lo constituirĆa el establecimiento de las caracterĆsticas definitorias del concepo de contrucciĆ³n, cĆ³mo parte constituyente del hecho arquitectĆ³nico. El segundo, consistirĆa en determinar las peculiaridades que nos permitirĆan calificar como "constructivo" un dibujo de arquitectura. La definiciĆ³n de estructuras paralelas de anĆ”lisis nos facultarĆan para, en un futuro, poder establecer comparaciones vĆ”lidas entre ambos campos -el de construcciĆ³n y el del dibujo de construcciĆ³n- que permitan determinar el grado de adecuaciĆ³n de un dibujo para expresar una determinada disposiciĆ³n constructiva. Una vez definidos ambos campos y sus posibles relaciones, buscamos un grupo de dibujos para proceder a su anĆ”lisis segĆŗn los criterios de pertinencia anteriormente fijados. En la elecciĆ³n de este grupo de dibujos reside una de las opciones mĆ”s comprometidas de este trabajo. liemos elegido una Ć©poca en la que tanto el dibujo de construcciĆ³n, cĆ³mo la propia arquitectura y las tĆ©cnicas de construcciĆ³n, sufren las convulsiones de un gran cambio social y cultural, una verdadera revoluciĆ³n: La construcciĆ³n, que durante siglos fuĆ© considerada un oficio artesanal, termina por convertirse en el sigo XIX en ciencia precisa, producto de la aplicaciĆ³n de los estudios de la MecĆ”nica y el CĆ”lculo estructural, asĆ cĆ³mo del conocimiento cientĆfico de las propiedades de los materiales. El el campo de la producciĆ³n de la arquitectura, las luchas mantenidas por las asociaciones gremiales y el Poder constituido, tendentes a detentar su control, culminan a mediados del siglo XVII con la creaciĆ³n de las escuelas de Arquitectura, y posteriormente de IngenierĆa. La posterior aboliciĆ³n de las citadas asociaciones, termina con una enseƱanza transmitida de padres a hijos y la implantaciĆ³n de una enseƱanza reglada que persigue la formaciĆ³n de unos profesionales dentro del espĆritu fomentado por la cultura oficial. Estas manifestaciones culturales se extienden a todos los campos: la literatura, el arte, la filosofĆa, la arquitectura, y por supuesto, el dibujo. No resulta difĆcil encontrar gĆ©rmenes de una misma idea entre campos dispares. En palabras de Gideon: "Parece no ser natural que una teorĆa en fĆsica matemĆ”tica pueda encontrar un equivalente en las artes. Pero esto es olvidar que ambas teorĆas han sido formuladas por hombres que viven en una misma Ć©poca, sometidos a las mismas influencias del ambiente v movidas por impulsos similares". Desde que este mismo autor coloca los gĆ©rmenes de la Arquitectura Moderna en la mutaciĆ³n de elementos constructivos acaecida en las hilanderĆas inglesas de finales del siglo XVIII, la moderna historia de la crĆtica arquitectĆ³nica salta la barrera de los movimientos vanguardistas de principios del siglo XX, para investigar actitudes reformistas situadas en el "presente", que ya se estaban gestando a finales del siglo XVIII. Leonardo BenĆ©volo, Henry-Russell Hitchcook, Peter Collins o Kenneth Frampton -por citar algunos de los mĆ”s conocidos- aventuran que fuĆ© hacia 1.750 cuĆ”ndo convergen una serie de circunstancias que hacen pensar en el nacimiento de un nuevo modo de entender la arquitectura. Efectivamente, desde los nĆŗcleos intelectuales se estĆ” gestando en Francia un movimiento de protesta y oposiciĆ³n a los excesos del poder absolutista. En 1.847, Colbert funda la "Ecoledes Ponts et ChaussĆ©es", iniciando la andadura de la ingenierĆa civil, que con el tiempo tomarĆa la iniciativa de las innovaciones tecnolĆ³gicas que caracterizarĆ”n el siglo XIX. TambiĆ©n en Francia el abate Laugier publica el "Essai sur l Architecture", preconizando una actitud racionalista en el campo de la arquitectura. La ediciĆ³n en estos aƱos de "UEncyclopedie Francaise" pone la cultura y el saber al alcance de las clases de menos cultas, dejando a las ilustraciones la tarea de hacer comprensible a una masa popular -en gran parte analfabeta- el contenido de los distinos oficios. En el campo de la arquitectura, se asiste al nacimiento de una corriente purista como oposiciĆ³n a los excesos del barroco, asĆ como una puesta en cuestiĆ³n de los dogmas heredados del pasado, lo que trajo consigo la revisiĆ³n crĆtica de los principios del clasicismo. Esta actitud crĆtica hacia las tesis de Vitruvio fundamenta los principios del racionalismo en el campo de la arquitectura, principios que fueron elaborados en el siglo anterior por Rene Descartes. Este hecho es prueba de las limitaciones en que se incurre al intentar reunir en una determinada fecha un proceso que habitualmente hunde su raices en anteriores Ć©pocas. Mientras tanto, al oro lado del canal, se comienzan a sentar las bases para la construcciĆ³n de una novedosa civilizaciĆ³n industrial. El inicio de "La era de la mĆ”quina", como le gustaba denominar a esta Ć©poca a Reiner Banham, serĆ” la causa no sĆ³lo de un nuevo entendimiento del modelo productivo, sino de un cĆŗmulo de transformaciones operadas en las mĆ”s profundas raices de la CivilizaciĆ³n Occidental. La producciĆ³n en serie vuelve a traer a primer plano el concepo del modelo, Ć³ptimo en su definiciĆ³n y prestaciones, con la finalidad de ser reproducido en serie. Se deja entrever una lĆnea conductora que, partiendo del canon clasicista, pasa por el orden arquitectĆ³nico renacentista y llega al modelo prefabricado de finales del siglo XVIII. Del modelo ideal de la cultura clĆ”sica se ha pasado a la concreciĆ³n de un Ć³ptimo, capaz de ser duplicado, triplicado o reproducido cuantas veces sea preciso. El paso de la producciĆ³n artesanal a la manufacturada supone un importantĆsimo cambio cualitativo que afecta tanto al diseƱo de los obbetos, cĆ³mo a su concreciĆ³n fĆsica. Este problema comienza a vislumbrarse con la apariciĆ³n de la imprenta. Del manuscrito a la obra impresa, la producciĆ³n editorial sufre una patente "despersonalizaciĆ³n". Esta lacra se agudiza cuando la ediciĆ³n incluye ilustraciones que no pueden ser talladas -en el caso de la XilografĆa- por el autor de los dibujos. Esta dificultad se irĆa subsanando con el perfeccionamiento de las tĆ©cnicas de reproducciĆ³n, pero la cualificaciĆ³n profesional y la especializaciĆ³n llevarĆ”n a entender la producciĆ³n cĆ³mo una obra colectiva. TambiĆ©n en la representaciĆ³n grĆ”fica se producen grandes cambios en el siglo XVIII: La puesta en crisis de la autoridad de las tesis de Vitruvio y el hecho comprobado de la falta de exactitud en algunos de los levantamientos de obras de la AntigĆ¼edad, realizadas en el periodo renacentista, generan un estado de crisis que encuentra en el rigor y la exactitud un factor de veracidad patente en la producciĆ³n grĆ”fica. Se preferirĆ” el modelo planta-alzado-secciĆ³n en detrimento de la ilusiĆ³n perspectiva, al tiempo que la publicaciĆ³n en 1.802 de la "GeometrĆe Descriptive" de Gaspard Monge, convierte al dibujo en "Ciencia de la RepresentaciĆ³n". Por oro lado, el clima de racionalidad imperante en esta Ć©poca, lleva consigo el germen de su opuesto, produciĆ©ndose un movimiento de reacciĆ³n que exalta lo sensible, dando lugar a un inestable equilibrio que se manifiesta por medio de la tensiĆ³n entre polos opuestos, fiel reflejo en todos los campos de este peculiar periodo revolucionario, a caballo entredĆ³s siglos. Precisamente es esa necesidad de cambio, ese deseo de renovaciĆ³n, el que hace que la invenciĆ³n juegue un papel preponderante en estos tiempos que buscan desprenderse de sus ligaduras con un pasado en el que no se reconoce, al encuentro de nuevas imĆ”genes que reflejen ese deseo de renovaciĆ³n integral. La experimentaciĆ³n, los nuevos usos, la adopciĆ³n de nuevos materiales de construcciĆ³n y nuevas disposiciones para los considerados como tradicionales, dibujan un entorno fascinante en sus pretensiones para cualquier investigador interesado en el estudio de las raices de la Arquitectura Moderna. La mayor parte de los historiadores fechan el tĆ©rmino de este periodo de grandes espectativas en torno a 1.850 cuando, segĆŗn Hitchcook: "La lĆnea del desarrollo hacia la arquitectura moderna a travĆ©s del osado e imaginativo uso del metal finalizĆ³ (...) en Inglaterra. Pero mientras se extinguĆa, produjo antes del Crystal Palace, una serie de sobresalientes y bellos monumentos" Es deseo de este trabajo evaluar la producciĆ³n grĆ”fica de esta Ć©poca, acotada entre 1.750 y 1.850, pero con ramificaciones en ambos sentidos, sabedores de la limitaciĆ³n de imponer fechas a una lĆnea evolutiva que continuamente salta las barreras que los historiadores pretenden establecer.
Keywords
Arquitectura, Historia de la Ciencia