Sobre la Arquitectura en la definiciĆ³n del Paisaje
dc.contributor | Mata Gorostizaga, RamĆ³n de la | |
dc.creator | Manzano-MonĆs y LĆ³pez-Chicheri, Manuel | |
dc.date.accessioned | 2024-07-17T06:56:10Z | |
dc.date.available | 2024-07-17T06:56:10Z | |
dc.date.issued | 2015 | |
dc.description | ComĆŗnmente la Arquitectura se manifiesta en los edificios como un hecho de la realidad que tiene siempre carĆ”cter contemporĆ”neo y Ć©se debe ser el valor supremo de un arte que no distingue entre antiguo y moderno, por afectar al presente y ser contemporĆ”neo como experiencia. Los objetos se insertan irremediablemente en su medio e incluso llegan a definirlo en ocasiones: asĆ, arquitectura y paisaje, aparecerĆ”n a veces confundidos con diferencias difĆciles de determinar. El tĆ©rmino āpaisajeā es relativamente moderno y se deriva de ciertas representaciones grĆ”ficas o pictĆ³ricas producidas en Occidente en Ć©poca algo posterior al Renacimiento. No obstante, el hecho de que una palabra se pueda escribir o se cite no quiere decir que la realidad a la que responde no pueda existir, pues lo escrito es solamente un medio de expresiĆ³n, y es obvio que existen otros quizĆ” mĆ”s antiguos y de idĆ©ntica importancia, pues la propia escritura no es mĆ”s que el reflejo de un fenĆ³meno que ya se ha producido con anterioridad. Parece asĆ que el testimonio de la realidad viene dado por distintos contextos en lo que suele llamarse āculturaā de modo que las culturas pueden tener aspectos de gran interĆ©s mediante diferentes sistemas de expresiĆ³n variados sin que eso tenga que pasar forzosamente por el filtro de un alfabeto y una escritura. A tenor de los primeros descubrimientos, parece que la cuestiĆ³n de escribir tuvo originalmente un carĆ”cter de constataciĆ³n de apunte contable y tampoco se puede establecer con certeza si algunos utilizaron la escritura como el so-porte adecuado para referir mitos o historias, pues la ArqueologĆa no ha proporcionado sino testimonios fragmentarios; de lo que si estĆ” repleta sin duda la historia es de apuntes contables. Otra cuestiĆ³n que suscita dudas es la propia definiciĆ³n de escritura, pues parece que los mĆ”s antiguos modos de expresiĆ³n escrita se reducen a pictogramas que resultan aĆŗn indescifrables. Lenguas y toponimia son tambiĆ©n herramientas muy Ćŗtiles para bucear en el pasado, pero aĆŗn asĆ persisten dudas en las escrituras que pro-vienen de las representaciones primordiales: la propia escritura en sus orĆgenes parece alimentarse de las propias intuiciones inmediatas de la representaciĆ³n, algo que evolucionarĆa representando esa realidad urgente e inmediata del control o el abastecimiento que luego se convertirĆan en los fragmentos de texto que han podido conservarse. Es notorio, sin embargo, que ese conjunto enorme de convenios grĆ”ficos estaba sujeto a la palabra y la desapariciĆ³n de las culturas determinĆ³ tambiĆ©n la desapariciĆ³n consecuente de sus lenguas, y esos signos - fueran o no escritura - han pasado definitivamente a las zonas oscuras del conocimiento. Escribir supone tambiĆ©n disponer de capacidad de abstracciĆ³n grĆ”fica que diferencie la palabra y la cosa, y es posible que la razĆ³n que llevara a ese descubrimiento fuera simplemente el de una economĆa de signos, pues escritura y lenguaje son limitados por definiciĆ³n, mientras que las cosas del mundo son innumerables: ningĆŗn idioma contiene todas las palabras para describir todo lo que puede aparecer. Aparentemente, ese el motivo por el cual existe un localismo ā un tĆ©rmino especĆfico que refiere algo que existe en un lugar y no en otros - en lo que se refiere a dar el nombre a la cosa y tambiĆ©n fuente de paradigma entre los pueblos que se consideran primitivos y los que se consideran civilizados. Debe tenerse en cuenta tambiĆ©n que esa transposiciĆ³n se da en ambos sentidos, de modo que las culturas mĆ”s aisladas tambiĆ©n incorporan conceptos que carecen de una explicaciĆ³n racional consistente. Las mitologĆas son asĆ eternas, pues sirven para explicar realidades que carecen de un entendimiento alcanzable y estĆ” tambiĆ©n bastante claro que los lenguajes resultan ser un enigma, como realidad autĆ³noma que queda en-cerrada y se explica en sĆ misma. Parece tambiĆ©n que los primeros en escribir las consonantes aisladas fueron los pueblos semĆticos occidentales de las orillas del MediterrĆ”neo, pueblos que crearon un alfabeto silĆ”bico que llegĆ³ a ser utilizado incluso por los tartesios en el sur de la penĆnsula ibĆ©rica como el primer alfabeto de toda Europa occidental. Resulta patente que el tĆ©rmino āpaisajeā se ha nutrido siempre de representaciones, bien escritas o artĆsticas, pero queda tambiĆ©n claro que esas representaciones se suponen derivadas de la creencia en una idea de paisaje como algo que se ve representado en sĆ mismo, es decir, como la imagen de una realidad externa situada fuera del individuo. Eso es un hecho trascendente, pues el paisaje requiere lejanĆa de la cosa, de modo que el actor ā aĆŗn sabiĆ©ndose inserto en su paisaje ā es incapaz de percibirlo desde dentro. En el paisaje ocurre igual que en un teatro o en una representaciĆ³n: los actores son conscientes de su papel y su posible cometido, pero no son los que realmente pueden disfrutar de la eficacia o de la propia presencia de la obra, pues forman parte de ella. La idea de paisaje proviene de una lectura externa a la de los propios protagonistas del drama, de modo que si quieren ser un crĆtico del paisaje se debe abandonar la representaciĆ³n para mirar el espectĆ”culo desde una distancia adecuada, al fin y a cabo externa. De ese modo, aparece la primera constataciĆ³n del hecho del paisaje como una realidad construida por objetos y personajes, pero, sobre todo, es una realidad construida por miradas. Llama tambiĆ©n la atenciĆ³n otorgada en las lecturas de los especialistas hacia esa referencia externa - artĆstica si se quiere - sobre el tĆ©rmino āpaisajeā, de modo que la bibliografĆa no especializada sobre el particular siempre acaba en tratados de pintura o poesĆa. Parece sin embargo que el hombre y sus paisajes son realidades indisolubles desde la propia apariciĆ³n de la especie, de modo que llevar la cuestiĆ³n hacia tĆ©rminos exclusivamente esteticistas parece una posiciĆ³n parcial. Hombre y medio han formado siempre una sola unidad, aunque esa unidad se haya convertido en determinados casos en sinĆ³nimo de depredaciĆ³n y destrozo. Sin embargo, esa destrucciĆ³n crea igualmente un paisaje como desolaciĆ³n que es resultado del propio quehacer del hombre: elementos que tambiĆ©n poseen un contenido sustancial de memoria en los paisajes industriales como un momento de la Historia previo a la automatizaciĆ³n y a la globalizaciĆ³n de la vida actuales. QuizĆ” el concepto mĆ”s interesante desde el punto de vista teĆ³rico sea precisamente el de esa cualidad del paisaje como mirada, algo externo producido por el contemplador en un momento ajeno a la pertenencia, una mirada que no es tan sĆ³lo estĆ©tica sino comprensiva, gozosa, activa o analĆtica - pues existen tantas maneras de mirar como sujetos - sin que pueda definirse con precisiĆ³n esa contemplaciĆ³n mĆ”s que en tĆ©rminos que alcanzan la propia individualidad. En tĆ©rminos poĆ©ticos, tambiĆ©n podrĆa establecerse como ese conjunto de miradas individuales crean tambiĆ©n una estructura que hace que ese paisaje se valore y se comprenda, de modo que desde ese punto de vista ese paisaje supone una creaciĆ³n colectiva. Con respeto o como depredador, el hombre se ha instalado en su medio, y al hacerlo, ha dejado huellas dentro del propio paisaje que hacen que tome una determinada significaciĆ³n. Naturalmente, existe una teorĆa que distingue entre āpaĆsā y āpaisajeā, asumiendo para el primero la nociĆ³n exclusiva de territorio en la cual el hombre no tiene papel estĆ©tico alguno. He intentado muchas veces comprender esa posiciĆ³n, sin acabar de entender el planteamiento que la sustenta: parece que la visiĆ³n de la cosa estarĆ” siempre humanizada, aĆŗn en las zonas āvĆrgenesā o intactas, pues la propia visiĆ³n hace que el objeto se modifique en su propia unidad perceptiva, creando una curiosa indeterminaciĆ³n que lleva a los conocidos equĆvocos entre imagen real y representaciĆ³n. Efectivamente, la visiĆ³n de la cosa requiere de una cultura y unos medios que la informan, de modo que un texto, una pintura, una descripciĆ³n o una fotografĆa quedarĆ”n ya humanizadas por el propio hecho de ser informadas, pues ello otorga una forma a priori. De ese modo, el paisaje figura inscrito en una funciĆ³n que establece tanto aspectos de un paisaje posible como aspectos del paisaje descrito y solamente podrĆ” hablarse sobre la potencialidad del estado final de ese paisaje y nada del propio paisaje en sĆ, mientras ese paisaje no quede humanizado por el propio observador. Esta cuestiĆ³n obliga a elegir una definiciĆ³n de paisaje alejada de presupuestos esteticistas para acercarla a los puramente culturales, de modo que no existe otra vĆa para la investigaciĆ³n que contemplar esa realidad fĆsica en funciĆ³n de las coordenadas del hombre que la habita, dotada del contenido correspondiente a esa revelaciĆ³n. Lejos de las posiciones de la geomorfologĆa, el tĆ©rmino āpaisajeā implicarĆ” asĆ unas condiciones determinadas de contemplaciĆ³n por parte de un sujeto por el cual el espectĆ”culo queda humanizado en dicho acto.Cabe pensar tambiĆ©n si no es cierto que todos los paisajes requieren de esa condiciĆ³n humanizada, pues aunque no estĆ©n habitados estĆ”n siempre ocupados por esa mirada que los habita, al igual que un escenario sin pĆŗblico que carece de vigencia. A partir de ahĆ se sitĆŗan las coordenadas en donde este trabajo configura la presencia de la arquitectura en la definiciĆ³n del paisaje, una premisa que parece ya venir otorgada desde el principio, pues esa misma mirada del espectador ya estĆ” dotando de un sentido de orden y jerarquĆa a la contemplaciĆ³n, unas cualidades que estĆ”n en la base de toda actividad arquitectĆ³nica, De hecho la propia definiciĆ³n de āmonumento naturalā - en si misma una contradicciĆ³n ā expresa ese conflicto, dotado de un fenĆ³meno de admiraciĆ³n y solape entre cultura y naturaleza, como conceptos enfrentados desde su origen. La conclusiĆ³n sobre el dilema propuesta en la tesis no ha sido otra que suponer que esas dos realidades que son la cultura y el paisaje se han solapado desde el principio de los tiempos del hombre formando un binomio indeslindable. Se ha dicho antes que el proceso de invasiĆ³n del territorio por el hombre es significativo, y esa significaciĆ³n es la que origina una creaciĆ³n autĆ³noma que se aĆsla como un concepto abstracto de los entes naturales, tomĆ”ndolos como material de trabajo, y estableciendo una oposiciĆ³n conceptual en la realidad perforada e interpretada por el hombre que viene a oponerse a lo que supone la caja cerrada e ignota del enigma del mundo. La cuestiĆ³n de la significaciĆ³n del hombre sobre el territorio se subsume en la creaciĆ³n de unos productos que permanecen y que son testimonio de la propia cultura, de forma que la cantidad de rastro que el hombre deja sobre el territorio contribuye en mayor medida a la cualificaciĆ³n del paisaje como concepto. Eso lleva a establecer que cualquier paisaje - por el mero hecho de serlo y ser definido asĆ ā es ya cultural, puesto que estĆ” configurado por los productos de la cultura. Las palabras que puedan quedar encerradas en las piedras de los monumentos o de las ciudades son las de los hombres que trabajaron allĆ, y tambiĆ©n las de los que las habitaron: mĆ”s aĆŗn, el propio sentido del paisaje y su conservaciĆ³n vienen determinados por la presencia del hombre como Ćŗnico interprete de conceptos como ecologĆa o conservaciĆ³n, algo que se pone de manifiesto tambiĆ©n en la espantosa devastaciĆ³n que producen los fenĆ³menos propios de la naturaleza. La historia natural, al igual que la vida, estĆ”n conformadas por Ć©xito y devastaciĆ³n, sin que uno y otra tengan especial preferencia, pues la preferencia se alimenta de otra clase de conceptos. La cuestiĆ³n de atribuir valores morales al mundo natural es algo muy antiguo, y quizĆ” sea la fuente o el manantial de las primeras religiones, una cuestiĆ³n que se une a la indefectible nociĆ³n de mortalidad que define la existencia del hombre frente a la inmanencia de la naturaleza. Esa propia naturaleza estĆ” dotada intuitivamente de un carĆ”cter āinocenteā suponiendo que la inocencia es lo opuesto a la sabidurĆa. La cuestiĆ³n es bien otra, ya que la naturaleza no posee ni siquiera algo que pueda definirse como ācarĆ”cterā, en el sentido personal del tĆ©rmino. La cuestiĆ³n no cae, evidentemente, del lado de las definiciones o de las cualidades, sino del propio anĆ”lisis de la realidad que el hombre va construyendo, destruyendo, embelleciendo o perjudicando para definir el territorio que habita, interponiendo a su manera recursos, instalaciones y en definitiva todos los testimonios posibles como principal manifestaciĆ³n de su esencia. Entre los artefactos que el hombre produce, uno de los mĆ”s persistentes y mĆ”s conspicuamente descritos es el de la arquitectura - entendida aquĆ en un sentido amplio - es decir, como el conjunto de modificaciones del espacio y del territorio. El espacio se puede modificar de muchos modos, pero en cualquiera de los casos constituye una de las huellas mĆ”s caracterĆsticas que el hombre establece como manifestaciĆ³n fĆsica de su propio ser discursivo. TambiĆ©n la arquitectura ha demostrado ser una de los fenĆ³menos mĆ”s persistentes, incluso mĆ”s que la propia lengua que la origina en su discurso primero antes que pueda ac-cederse a una idea sobre la conformaciĆ³n del material. Es paradigmĆ”tico que el episodio descrito sobre la Torre de Babel en la Biblia la cuestiĆ³n de la ambiciĆ³n de los hombres frente a Dios, representada precisamente en una arquitectura, se asimile a la discusiĆ³n sobre el lenguaje primordial. La cuestiĆ³n no es baladĆ, pues el fenĆ³meno de la creaciĆ³n es algo que se concede exclusivamente a los dioses, que por esa razĆ³n habitan los territorios a los que los hombres no pueden llegar; territorios de albergue en los que las mitologĆas sitĆŗan a dioses y demonios, con amplios espacios intermedios donde situar a las divinidades menores, hĆ©roes o seres hĆbridos en los que la coyunda de los dioses con los humanos produce sujetos que alivian el sentido de la mortalidad. El comentario del GĆ©nesis tambiĆ©n concede un valor a la tĆ©cnica, al mito de Prometeo y al fuego como creador de excelencia. Frente al progreso prometeico, se postula el valor divino, y la Ćŗnica forma posible de paliar ese progreso es la confusiĆ³n del lenguaje, pues eso serĆ” lo que produzca la dispersiĆ³n y la falta de acuerdo. La cuestiĆ³n tambiĆ©n puede explicar esa aficiĆ³n tan comĆŗn por lo canĆ³nico en arquitectura que se mantiene a lo largo de grandes perĆodos, al igual que una gran mĆ”quina de inercia. Parece que los conceptos primordiales de la arquitectura basados en elementos simples como el hito, el dintel, lo recto y lo curvo, la rampa o la escalera, y el uso distinto o cualificado que se otorga a la piedra, el ladrillo, la madera o el metal como componentes primordiales del material arquitectĆ³nico se haya mantenido a lo largo de muchos milenios sin apenas cambios, al igual que ocurre con las costumbres alimenticias que siguen una progresiĆ³n ascendente a travĆ©s de lo crudo, lo asado y lo cocido, hasta obtener distintos grados de refina-miento, pero que siempre se sustentan en la sensaciĆ³n primigenia. El descubrimiento de la arquitectura proviene de un cierto manejo de las dimensiones, y consiguientemente de la geometrĆa. Pero la geometrĆa es cosa abstracta al igual que el lenguaje, de modo que para poder realizar arquitectura se hace necesaria esa capacidad de abstracciĆ³n primera que luego permite la realizaciĆ³n de un dispositivo. La realidad y su nĆŗmero exhiben un divorcio, al igual que las cosas y sus nombres exhiben el suyo, y el anĆ”lisis numĆ©rico es solamente una forma de ver la realidad, una forma rigurosa y exacta ā aunque parcial - que solamente representa el modelo ideal al cual la realidad se aproxima en mayor o menor medida: esa aproximaciĆ³n matemĆ”tica hace que el universo pueda condensarse parcialmente en nĆŗmeros, al igual que la realidad puede condensarse en nombres, pero ni el nombre ni el nĆŗmero reflejarĆ”n el mundo en toda su complejidad. El nĆŗmero es quizĆ” solamente un medio de describir las cosas, como lo serĆan las formas puras que responden a una configuraciĆ³n matemĆ”tica que pueda producirse en teorĆa en cualquier parte del Universo. Sin embargo, para el ejercicio de la arquitectura es preciso acudir a esa simplificaciĆ³n que exige la visiĆ³n abstracta del plano como una secciĆ³n cierta realidad como un corte abstracto del elemento considerado. Con su traza o sin ella, con la propia expresiĆ³n matemĆ”tica que lo describa o sin precisarla, esa intuiciĆ³n del plano como elemento generador del espacio es anterior a aquella expresiĆ³n, al igual que el habla fue anterior a la escritura, pues solamente se produjo a travĆ©s de ella y como refuerzo y sustituto de la memoria. Existen asĆ abstracciones de la memoria que aparecen derivadas de los signos de la naturaleza aparecidos solamente de forma eventual y fragmentarĆa: asĆ ocurre con la lĆnea, el cuadrado y el cĆrculo, formas iniciales y abstractas sonsacadas en cierta medida de la observaciĆ³n que dan origen a los primeros signos de la arquitectura primordial, de modo que cuadrados y cĆrculos, elevados a prismas y superficies esfĆ©ricas o esferoides aparecen en tumbas y edificios elementales de los primeros tiempos mediante una geometrĆa primordial que se superpone al paisaje en el que se inserta. Es cierto tambiĆ©n que esas formas se encuentran ya aproximadas en objetos que se encuentran en el medio fĆsico, lĆneas en extremidades, ramas y miembros; Ć”ngulos rectos en algunos cristales que se observan mediante corte o formas circulares en astros y crĆ”teres, pero esa realidad solamente presenta su forma aproximada y no su abstracciĆ³n pura, de igual modo que el jeroglĆfico propondrĆ” al ave rapaz para representar la idea de vigilancia y la buena vista, o incluso que la imagen del propio ojo sustituya la idea del Dios que todo lo ve en las culturas anti-guas. La elecciĆ³n fue resuelta, despuĆ©s de muchos intentos y aproximaciones, con la adopciĆ³n del Ć”ngulo recto como un artificio fĆ”cil para el replanteo a travĆ©s del triĆ”ngulo sagrado 3:4:5 que ya se utilizĆ³ para construir las pirĆ”mides de Egipto, y que dio origen tambiĆ©n a la mayor parte del urbanismo antiguo, coexistiendo con la forma circular primordial en el tipo denominado ātholoā. Aquella trama cuadrangular era uno de los patrones de relleno del espacio mĆ”s comunes y compactos, y esa fue probablemente la razĆ³n por la que en tiempos muy posteriores fuera adoptada como una forma eficaz permanente de organizaciĆ³n frente al desorden topolĆ³gico que procura el conjunto de asociaciĆ³n de plantas circulares. Otra cuestiĆ³n paradigmĆ”tica es que esos conceptos primordiales e ignotos - que convergen en el mismo origen de las civilizaciones - se conviertan luego en algo canĆ³nico, a travĆ©s del uso. El canon en sĆ mismo es algo ideal, como una norma aplicable a objetos de una realidad que ha sido creada solamente como indicio del ca-non, algo abstracto que tiene proporciones estrictas que son siempre las mismas y no obedece a criterios racionales: serĆ” absurdo sin embargo buscar el canon griego entre los templos de Ć©poca como algunos lo hicieron, pues los edificios solamente se aproximan a los ejemplos canĆ³nicos y por esa razĆ³n se habla del ādĆ³rico del PartenĆ³nā que es diferente del de Egina o del de Paestum, siendo todos ellos evidentemente dĆ³ricos. Sin embargo, esa idea resulta Ćŗtil al tratadista, al teĆ³rico de la arquitectura y al historiador, aun-que solamente refleje una vaga idea de lo que sucede mĆ”s allĆ” del tratado. Otra cuestiĆ³n es la sutileza de los ejemplos de arquitectura, y del mismo modo que los cuerpos de los seres vivos jamĆ”s son simĆ©tricos, aunque respondan a un diseƱo simĆ©trico general derivado de las condiciones de la divisiĆ³n celular, los edificios supuestamente canĆ³nicos en los que los especialistas se inspiraron para definir los Ć³rdenes clĆ”sicos no disponen de esa simetrĆa modular exacta, sino que adaptan un modelo general al lugar siempre cambiante del emplazamiento, es decir, se adaptan con habilidad a la vez que configuran el paisaje en el que se insertan. La luz de los distintos intercolumnios del PartenĆ³n es ligeramente distinta, aunque guarde un evidente sentido de simetrĆa axial, de manera que aquellos āĆ³rdenesā que formaron la TeorĆa de la Arquitectura no son mĆ”s que una bella interpretaciĆ³n sectorial de la arquitectura antigua elaborada por los tratadistas del Renacimiento y, posteriormente, por los neoclĆ”sicos. Parece, sin embargo, que ese ansia por el canon como claridad de lenguaje es algo consustancial al desarrollo de la arquitectura, una lingua franca que tiende a evitar la dispersiĆ³n producida entre los mortales por los dioses antiguos, de modo que si no era posible llegar al cielo de los dioses se procurĆ³ que el lenguaje de la Tierra fuera al menos inteligible para poder entenderse entre los hombres. Parece que la estructura del poder siempre requiriĆ³ de un determinado nivel de organizaciĆ³n, y tambiĆ©n que las instrucciones se entendieran con claridad: parece que en nuestros tiempos esos antiguos cĆ”nones se han sustituido por la obediencia a normas abstractas, dictadas por instituciones tambiĆ©n algo abstractas y que tienen nombres divertidos compuestos por siglas, aunque no se conozca bien su virtud. El canon actual estĆ” constituido por ānormasā que dejan tranquilos a algunos, aunque parece quizĆ” que todo ese entramado formal que sirve como anestesia para el cuerpo social procura tambiĆ©n la destrucciĆ³n de los bosques en formas de montaƱas ingentes de papel burocrĆ”tico. Durante muchos siglos las normas fueron otras, en la forma de un canon del cual nadie podĆa escapar: aĆŗn asĆ, mediante la utilizaciĆ³n de cĆ”nones o sin ellos, la arquitectura prosperĆ³ en la civilizaciĆ³n desde los primeros refugios cavernarios o los abrigos primigenios y de ese modo fue configurando la realidad, es decir, el paisaje. Como antes se dijo, ese es un viaje de ida y vuelta en el cual ambos se confundĆan y subsumĆan: el manejo de las formas y lenguajes de la arquitectura posibilitarĆa con el tiempo la distinciĆ³n entre el campo en donde reina el caos y la ciudad, en donde reina teĆ³ricamente el orden, creando un divorcio que durarĆa milenios y que aĆŗn persiste. Esa oposiciĆ³n generarĆa tambiĆ©n una forma de paisaje y una serie de usos simbĆ³licos y sagrados de los elementos de la arquitectura - como son puertas y murallas - que se han mantenido conceptualmente aunque hoy las ciudades ya no posean murallas fĆsicas, ni puertas que se cierran con la llegada de la noche. En ese sentido, la arquitectura ha podido definir el paisaje, entendiendo la arquitectura no solamente como los edificios en sĆ, sino como el hecho de la manifestaciĆ³n del hombre sobre el territorio, de modo que no podrĆ” hablarse de paisaje sin su arquitectura, del mismo modo que no puede hablarse de paisaje sin hombres. Por esta razĆ³n, la Tesis habla sobre Arquitectura y Paisaje, pero mĆ”s particularmente sobre el hecho de la arquitectura en la definiciĆ³n del paisaje, es decir, de como los hechos arquitectĆ³nicos van a determinar o no la cualidad y la calificaciĆ³n de un paisaje. DeberĆ” partirse en primer lugar de una definiciĆ³n de lo que se entiende y se ha entendido comĆŗnmente por paisaje: igualmente, y habida cuenta del contexto en el que sitĆŗa el propio trabajo de tesis, la cuestiĆ³n solamente se circunscribirĆ” a lo que se entiende como cultura occidental, pues el desarrollo de la civilizaciĆ³n presenta siempre un color local que hace que el anĆ”lisis de un fenĆ³meno de esta envergadura tenga distintas connotaciones en las distintas Ć”reas de civilizaciĆ³n. De igual modo, y habida cuenta tambiĆ©n que el paisaje se construye a travĆ©s de todas las manifestaciones culturales, se harĆ” a veces necesario indagar en otras disciplinas no arquitectĆ³nicas para comprender el alcance de algunos casos en los cuales los restos arquitectĆ³nicos han desaparecido, o en los que subsisten escasas trazas. Una definiciĆ³n tan amplia de la Arquitectura llevarĆa a escribir un relato sobre toda la cultura occidental y por ese motivo solamente se han esbozado ideas sobre la apariciĆ³n de esos signos sobre el paisaje basados en elementos antiguos y primigenios que se repiten con insistencia y van dando lugar al variado repertorio de la arquitectura occidental cĆ³mo conformaciĆ³n de ideas sobre el me-dio y sobre el mundo que se percibe y se habita. ABSTRACT About Architecture in defining Landscape. Abstract Architecture is commonly manifested in buildings as a fact of reality that has always a contemporary character and that should be the highest value of an art that does not distinguish between ancient and modern, to affect the present and be contemporary as experience. Objects are inserted irremediably in their midst and even sometimes come to define it: thus, architecture and landscape, appear sometimes confused with differences difficult to determine. However, the term "landscape" is relatively modern and is derived from certain graphical or pictorial representations produced in the West in some subsequent period to the Renaissance. The fact that a word can be written or quoting does not mean that the reality that can not be answered, because the writing is only a mean of expression, and it is obvious that there are other and perhaps older equally important, because the writing itself is nothing more than the reflection of a phenomenon that has occurred before. It thus appears that the testimony of reality is given by different contexts in what is called "culture", so that cultures can have aspects of great interest by many different expression systems without this necessarily have to pass through the filter of alphabet and writing. Under the initial findings, it appears that the question of writing originally had a character and finding accounting entries, and it can not be established with certainty whether some used writing as the support appropriate to refer myths or stories, because archaeology has provided only fragmentary evidence. Another issue that raises questions is what can properly be defined as writing, it seems that the oldest modes are reduced to writing pictograms are still indecipherable. Languages and place names are also very useful tools for diving in the past, but still questions remain in the scriptures that come from the primordial representations: either it is very well defined what the own writing in its origins: the beginnings seem to feed on immediate intuitions of representation, which would evolve representing reality that urgent and immediate control or supply which is then inherited into fragments. It is noteworthy, however, that this huge set of graphics agreements was subject to the word and the disappearance of cultures determined also the consequent disappearance of their languages, and those signs - whether or not they write - have passed definitively to dark areas of knowledge. Writings supposed also the capacity of abstraction graph differentiates the word and the thing, and it is possible that the reason to carry this discovery was simply that of an economy of signs, for writing and language are limited by definition, while the things of the world are innumerable: no language contains all words to describe all that may appear. Apparently, that's why there is a localism - a specific term that refers to something that exists in one place and not in others - in regards to name the thing and also the source of paradigm among peoples are considered primitive and civilized. It should be noted also that transposition occurs in both directions, so that the most isolated cultures also incorporate concepts that lack a consistent rational explanation. Mythologies are eternal and therefore serve to explain realities that lack an understanding achievable and also pretty clear that languages happen to be an enigma, as an autonomous reality that is enclosed and explains itself. It also seems that the first to write consonants were isolated western Semitic peoples from the shores of the Mediterranean, peoples who created a syllabic alphabet came to be used even by tartesios in southern Iberia as the first alphabet in Western Europe. It is clear that the term "landscape" has always nurtured representations, either written or artis-tic, but it is also clear that these representations are assumed arising from belief in an idea of landscape as something that is represented in itself, as the image of a reality external located outside the individual. That is an important fact because the landscape requires remoteness of the thing, so that the actor - even knowing insert in landscape - is unable to perceive from within. The landscape is just as in a theatre or a performance: the actors are aware of their role and their possible role, but they are not the ones who can really enjoy the efficiency or the presence of the work itself, as part of it. The idea comes from an external landscape reading the principles of players in the drama, so if you want to be a critic of the landscape should leave the actual representation to watch the spectacle from a safe distance, finally external. Thus, the first finding of fact of the landscape appears as a reality constructed by objects and characters, but above all, a reality constructed by looks. Also noteworthy given the readings of specialists to the external reference - art if it could be - on the term "landscape", so no specialized literature on the subject always ends in treatises on painting or poetry. It seems however that the man and his landscapes are inseparable realities from the very onset of the species, so bring the issue into terms exclusively aesthetics seems a partial position. Man and environment have always been a single unit, but that unit has become synonymous with certain cases predation and destruction. Nevertheless, this destruction also creates a landscape as desolation that results from proper task of man elements that also have substantial contents of memory in industrial landscapes as a time of pre-automation history and globalization of current life. Perhaps the most interesting from a theoretical point of view is precisely that quality of landscape as something external produced by the viewer in a strange time of membership, a look that is not only aesthetic but sympathetic, joyful, active concept or analytical - because there are so many ways to look as subjects - it may not be precisely defined that contemplation rather than in terms that reach one's individuality. In poetic terms, it could also be set as the set of individual gazes also create a structure that makes this landscape is valued and understood, so from that point of view that landscape is a collective creation. With respect or as a predator, man has settled in his environment and in doing so has left traces in the landscape itself that make take a certain significance. Naturally, there is a theory that distinguishes what is "home" and what is "nature" providing for the first notion of the exclusive territory in which man has no aesthetic role. I tried many times to understand this position, without understanding the approach that supports: it seems that the vision of the thing is always humane, even in the "virgin" or untouched areas, as the vision itself makes the object modified in its own perceptual unit, creating a curious indeterminacy leading to the known misunderstandings between real image and representation. Indeed, the vision of the thing requires a culture and means that the report, so that a text, a picture, a description or photograph will be humanized by the very fact of being informed, as this provides a way a priori. Thus, the landscape provides a function that sets both aspects of a potential landscape as described aspects of the landscape and can only talk about the potential of the final state of the landscape, while the landscape remains humanized by the observer himself. This question forces to choose a definition of remote landscape budgets purely cultural, so there is another way for research to contemplate that physical reality in terms of the coordinates of the man who inhabits gifted content corresponding to that revelation. Far from the positions of the geomorphology, the term "landscape" and involve a certain condition by contemplation of a subject for which the show is humanized in the act. It should also consider, in the light of the above, if it is not true that all landscapes require that humanized condition, because although they are not inhabited they are always occupied by the look that dwells, like a stage without audience produces no consistent effect. From there the coordinates where this work sets the presence of architecture in defining landscape, a premise which seems to come from the beginning given lie, because that same look is already giving the viewer a sense of order and hierarchy to contemplation, qualities that are at the basis of all architectural activity, in fact the very definition of "natural monument" - in itself a contradiction - expresses this conflict, which has a phenomenon of admiration and overlap between culture and nature as concepts faced since its inception. The conclusion on the dilemma proposed in the thesis has not been another to assume that these two realities are the culture and landscape have overlapped since the beginning of man time forming a pair. It has been said before that the process of invasion of the territory by man is significant, and that meaning is the originating autonomous creation that is isolated as an abstract concept of nature, taking them as working material, and establishing a conceptual opposition in reality and punched by the man who comes to oppose representing the closed and unknown to the enigma of the world interpreted. The question of the significance of the man on the land is subsumed in the creation of products that remain and are testimony of their own culture, so that the trace amount that the man leaves the territory contributes most to the qualification landscape as a concept. That brought into any landscape - by the mere fact of being and being well defined - is already cultural, as it is configured by culture products. The words that can be locked in the stones of the monuments or cities are those of the men who worked there, and also of those who inhabited: even more, the sense of the landscape itself and its conservation are determined by the presence of man as the sole interpreter of concepts such as ecology or conservation, something which becomes manifest also in the awful devastation that produce the phenomena of nature. The natural history, like life, are shaped by success and devastation without special preference, the preference is used for feeding on other kinds of concepts. The question of moral values attributed to the natural world is very ancient, and may be the source or the source of the first religions, an issue that joins the unfailing notion of mortality that defines the existence of man against immanence of nature. That nature is endowed intuitively an "innocent" character assuming that innocence is the opposite of wisdom. The other issue is well, since nature does not even have what is defined as "character" because that is something that serves to qualify beings, but not objects. The question does not fall clearly on the side of the definitions or qualities, but from the analysis of the reality that man is building, destroying or damaging to define the territory, interposing his way resources facilities and possible witness as the main manifestation of its essence. Among the artifacts that man produces one of the most persistent and most conspicuously disclosed is architecture as a way of modification of space and territory. The space can be modified in many ways, but in either case is one of the most characteristic traces that man establishes as a physical manifestation of his own discourse being. Architecture has also proven to be one of the most persistent phenomena, even more than their own language that originates in his speech first. The paradigm wrote in the episode described on the Tower of Babel in the Bible shows the question of ambition of men before God - represented precisely in architecture - is assimilated to the discussion about the primary language. The issue is not trivial, since the phenomenon of creation is something that is granted exclusively to the gods, for that reason inhabit the territories to which men can not reach; territories where the hostel located mythologies gods and demons, with large gaps where to place the minor deities, heroes or hybrid beings where the yoke of the gods with human subjects produces relieving sense of mortality. The commentary on Genesis also gives a value to the art, the myth of Prometheus and fire as creator of excellence. In front of promethean progress, divine value is postulated, and the only possible way to alleviate this progress is the confusion of language, because that is what will produce the dispersion and lack of agreement. The issue may also explain such a common passion for the canonical architecture maintained throughout long periods, like a great machine inertia. It seems that the main concepts of architecture based on simple elements like milestone, lintels, straight and curved stairs or ramps, or other qualified and used are granted to the stone, brick, wood or metal as the primary components of the architectural material maintained throughout many millennia are almost unchanged, as is the case with the eating habits that follow a progression through the raw, the cooked and roasted or fried until obtain different degrees of refinement, but always are based on the primal feeling. The discovery of the architecture comes from a management dimensions, and consequently the geometry. But the geometry is abstract thing like the language so that to make architecture that first absorption capacity which then allows the realization of a device is necessary. Reality and its number exhibit a divorce, like things and their names displayed his; numerical analysis is just one way of seeing reality, rigorous and accurate - though partial - only represents the ideal model to which reality is coming to a greater or lesser extent: the mathematical approach makes the universe can condense on numbers, like reality may condense on names, but neither the name nor the number will reflect in all its complexity. The number is only a means of describing things, such as the pure forms that match setup a mathematical theory that occurs anywhere in the universe. However, for the practice of architecture is necessary to go to the simplification that requires abstract view of a section plane of reality, as an abstract element considered cutting. With its trace or not, with the mathematical expression that describes what or without clarify, this intuition of the plane as a generator of space predates his own expression, like speech preceded the writing, which only occurred through it and as reinforcement and replacement of memory. There are abstractions of memory displayed on the signs of nature only on casual and fragmentary, such as line, square and circle: those initials and abstract forms located in abstraction give rise to the first signs of primordial architecture, so that squares and circles, lifting two prisms and spheroids or spherical surfaces appear in tombs and elementary buildings the first few times, and that primordial geometry overlaps the landscape in which it is inserted. It is also true that these forms are approximate objects found in the physical environment, limb lines, branches and limbs; straight in some crystals angles observed by cutting or circular in stars and craters forms, but only the approximate shape and not its abstraction, just as the hieroglyphic of a falcon to represent the idea of surveillance presents the good view, or even the image of the eye itself replace the idea of the all-seeing God. The election was resolved, after many attempts and approaches, with the adoption of the right angle as an easy trick for stake through the sacred triangle 3:4:5 already used to build the pyramids of Egypt, and also gave rise to most of the old urbanism tend coexist with the primary circular form type called "Tholo". That frame homer was one of the fill patterns of common and compact space, and that was probably the reason why in much later times was adopted as a permanent effective form of organization against the topological disorder that seeks the set of association circular plants. Another issue is that these paradigmatic and unknown primary concepts - that converge at the origin of civilizations - then become something canon, through use. The canon itself is something ideal, as a rule for objects of a reality that has been created only as an indication of the ca-non, something abstract that has strict proportions are always the same and not due to rational criteria: be absurd however seek the Greek canon among the temples of time as some did, because the buildings only approximate the canonical examples and for that reason we speak of "doric from Parthenon" which is different from Aegina or Paestum, being all clearly doric. However, this idea is useful to scholar, the architectural theorist and historian, although it reflects only a vague idea of what happens beyond the book. Another issue is the subtlety of the examples of architecture, just as the bodies of living beings are never symmetrical, even if they involve a general symmetrical design derived from the conditions of cell division, the supposedly canonical buildings where specialists were inspired to define the classical orders do not have that exact modular symmetry, but a general model adapted to the ever changing location of the site shaping the landscape in which they are inserted. The light of the various bays of the Parthenon is slightly different, but keep a clear sense of axial symmetry, so that those "orders" that formed the theory of architecture are just a beautiful sectoral interpretation of ancient architecture developed by writers of the Renaissance and later by neoclassical. It seems, however, that craving for clarity of language canon as is inherent to the development of architecture, a lingua franca that tends to avoid scattering among mortals by the ancient gods, so if it was not possible the heaven of the gods sought the language of the Earth was at least intelligible to be understood. Power structure has always required a certain level of organization, and the instructions are clearly understood: it seems that in our times these ancient canons were replaced by obedience to abstract rules, issued by institutions also somewhat abstract and have funny names made up acronym, although not well known virtue. The current canon consists of "rules" that leave some quiet, although it seems that maybe all that interweaves-do formally serving as anaesthesia for the social body also seeks the destruction of forests in forms of huge mountains of bureaucratic paper. For many centuries were other rules, in the form of a canon which no one could escape: still using royalties or without them, civilization flourished in architecture from the earliest cave shelters or shelters and the primordial reality was setting mode in landscape. As noted above, this is a return trip in which both confused and subsumed: the management of forms and languages of architecture over time would allow the distinction between the field where chaos reigns and city, where order reigns theoretically creating a divorce that lasted millennia and still persists. This opposition also generate a form of landscape and a series of symbolic and sacred uses of architectural elements - such as doors and walls - which have remained conceptually although today the cities no longer having physical walls or doors close during the night. In this sense, the architecture could define the landscape, architecture is not only understood as the buildings themselves, but the fact of the manifestation of the man on the premises, so you can not speak without his landscape architecture, the same so we can not speak of landscape without men. For this reason, the thesis discusses architecture and landscape, but more particularly to the fact of architecture in defining landscape, as the facts of architectural or not will determine the quality and qualification of a landscape. One should begin first a definition of what is understood and has been commonly understood by landscape: equally, and given the context in which it places the own thesis work, the issue only be limited to what is understood as western culture, for the development of civilization always has a local colour that makes the analysis of a phenomenon of this magnitude have different connotations in different areas of civilization. Similarly, and given also that the landscape is constructed through all cultural manifestations, will sometimes necessary to investigate other non-architectural disciplines to understand the scope of some cases in which the architectural remains have disappeared, or the remaining few traces. Such a broad definition of architecture take to write a story about all of Western culture and for this reason only been sketched ideas about the appearance of these signs on the landscape based on ancient and primitive elements are repeated insistently and leading the varied repertoire of Western architecture shaping ideas about how the media and the world is perceived and inhabited. | |
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dc.publisher | E.T.S. Arquitectura (UPM) | |
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dc.rights | https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/es/ | |
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dc.subject | Arquitectura | |
dc.title | Sobre la Arquitectura en la definiciĆ³n del Paisaje | |
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dc.type | PeerReviewed |